miércoles, 12 de mayo de 2010

El orador y su auditorio

Autora: Claudia Alexandra Roldán Morales
Existen situaciones como congresos, coloquios o seminarios en los que los ponentes asumen que sus exposiciones sobre experiencias, sistematizaciones o investigaciones les permite dar por sentado que el auditorio está a ciencia cierta interesado. De acuerdo con Perelman y Olbrechts – Tyteca, esto es un legado de doctrinas filosóficas como el racionalismo[1] y le cientificismo[2] que postulaban que el sólo hablar de hechos conllevaba a creer que lo que lo dicho era cierto y que no había lugar a dudas. Considerando lo que se dice como verdades absolutas. Sin ninguna excusa es fundamental que un orador tenga en cuenta a su auditorio, haciendo un analogía, podríamos comparar la reflexión previa del orador para la construcción del auditorio, al momento en que decidimos preparar una cena para alguien especial, tenemos presente sus gustos gastronómicos, el significado que le atribuye a las velas y las flores sobe la mesa, cuidamos de tener la casa limpia y ordenada, finalmente, atendemos nuestra presentación personal y vigilamos hasta el más imperceptible detalle de manera que se advierta que tenemos en cuenta al convidado.

De otro lado, Perelman Olbrechts - Tyteca explican que el orador puede establecer el contacto intelectual con un determinado grupo, ignorando al resto de personas, es el caso de revistas o publicaciones científicas, dado que éstas determinan de ante mano el contacto que se puede establecer con el público y es entonces responsabilidad del orador mantenerlo. Por ejemplo, por regla general una revista de divulgación científica tiene cierto reconocimiento acreditado por el trato especializado en determinados temas disciplinares siendo que al relatar hechos y verdades, por parte del orador, no se hace necesario hacer explícitas las técnicas para cautivar al auditorio, para que se interese en lo que se dice, puesto que la revista sólo es leída por una comunidad científica que le incumbe ese tema. Así el orador sólo tendrá que mantener el contacto intelectual que la institución científica ha construido para ganar dicho reconocimiento.

Por ejemplo la Revista Colombiana de Marketing de la Facultad de ingeniería de Mercados de la Universidad Autónoma de Bucaramanga tiene como objetivo promover la construcción de la disciplina del marketing a través de la publicación de artículos que aborden su epistemología desde cualquier paradigma científico.[3] De esta manera, las personas que se acercan a leer dicha revista dan categoría de verdad a lo que en ésta se profesa. No obstante, es importante anotar que quienes están interesados en escribir deben considerar las características de la temática que tiene la revista, los criterios de publicación del comité editorial, para así establecer las particularidades del público interesado y organizar su argumentación, “no hay que ignorar la importancia de este problema previo por el mero hecho de que, en un gran número de campos –ya sea educación, política, ciencia o administración de la justicia-, toda sociedad posea instituciones que facilitan y organicen el contacto intelectual”. Perelman y Olbrechts - Tyteca L (1989: 53)

Los autores explicitan que para cautivar a un auditorio es necesario ostentar ciertas características que lo hagan acreedor a usar la palabra y a ser escuchado. Es así que, la calidad del orador puede variar de acuerdo con las circunstancias en las que se encuentre, algunas veces deberá actuar como un adulto, como un ser humano, perteneciente a un colectivo, como un director, entre otros. “el contacto que se produce entre el orador y su auditorio no se refiere únicamente a las condiciones previas a la argumentación: también es esencial para todo su desarrollo” Perelman y Olbrechts - Tyteca L (1989: 54)

Hasta aquí se ha dicho que el auditorio está conformado por todos aquellos sujetos que deseamos se adhieran a nuestras tesis. Perelman y Olbrechts - Tyteca L, opinan que dicha explicación no es suficiente y puntualizan que el auditorio no siempre es el sujeto nombrado, no son los sujetos a quines se dirige cuando hace uso de la palabra sino que desde el punto de vista retórico es “el conjunto de aquellos en quienes el orador quiere influir con su argumentación. Cada orador piensa, de forma más o menos consciente, en aquellos a los que intenta persuadir y que constituyen el auditorio al que se dirige sus discursos”. Perelman y Olbrechts - Tyteca L (1989: 55) De esta manera, podemos afirmar que no todas las personas que están frente al orador se constituyen como auditorio. Por ejemplo, desde el punto de vista penal en Colombia cuando un abogado está defendiendo a un sujeto tiene enfrente al fiscal, al acusado o al representante, pero a quien se dirige es al juez.
Reconocer la importancia que tiene en la argumentación la opinión de aquellos a quienes se quiere influir.
Actividad: a partir del siguiente texto analice la importancia de que el orador se adapte a su auditorio.

Perelman y Olbrechts – Tyteca enfatizan que la persona que piensa obtener la adhesión de un público previamente debe hacer una construcción del auditorio al cual se dirige, en otras palabras analizar sus características tanto psicológicas como sociológicas para determinar su forma de pensar, sus creencias, valores, roles sociales, comportamientos, sexo, edad, escolaridad, entre otros. Además, es preciso considerar las circunstancias en las que se profesará el discurso para construir el auditorio lo más cercano posible a la realidad. Un error de este tipo puede causar en el auditorio un efecto contrario al deseado por el orador. La inquietud por el auditorio es evidente desde los antiguos tratados de retórica:
“La preocupación por el auditorio transforma ciertos capítulos de los antiguos tratados de retórica en verdaderos estudios de psicología. En la retórica, Aristóteles, al hablar de auditorios clasificados según la edad media y la fortuna, inserta varias descripciones, sutiles y siempre válidas, de psicología diferencial. Cicerón demuestra que es preciso hablar de manera distinta a la especie humana “ignorante y vulgar, que prefiere lo útil y lo honesto”, y a la otra, ilustrada y culta que pone la dignidad moral por encima de todo”. A su vez, Quintiliano estudia las diferencias de carácter, importantes para el orador.” Perelman y Olbrechts - Tyteca L (1989: 56)

Considerar sociológicamente al auditorio permitirá establecer que los puntos de vista de un sujeto están estrechamente relacionados con el medio social en el que vive, las personas con las que se relaciona y las funciones sociales. A partir de dicha perspectiva es posible reconocer que cuando se pertenece a un medio social existen opiniones dominantes, premisas admitidas que forman parte de grupos sociales, sectores, etc.

Hasta ahora hemos dicho que para influir en un auditorio no sólo es imprescindible conocer las características, creencias, roles sociales y valores sino también construirlo teniendo en cuenta la situación de comunicación y el entorno en el cual habita. Ignorar al auditorio o construir una imagen incorrecta puede llevar al fracaso de la argumentación. Es requisito que el orador conozca las premisas de aquellos a quienes desea que se adhieran a su tesis. Es imperioso que se adapte a su auditorio.

Por otro lado, cuando un orador se enfrenta ante un auditorio diverso o heterogéneo requiere de su pericia para agruparlos o incluirlos en categorías a fin de lograr la adhesión de la mayor parte del auditorio. Un buen orador, ante esta situación, debe desdoblarse o crear imágenes de diferentes auditorios para convencerlo. Una forma de clasificarlos puede estar determinada por organizar grupos sociales: políticos, profesionales, religiosos o establecer los valores que profesan. Si el orador quiere éxito en la argumentación debe tener en cuenta las circunstancias comunicativas porque éstas determinan la constitución del auditorio. Es así que, es obligatorio conocer las razones por las cuales se profiere un discurso, el marco contextual en el que se encuentra el orador sea éste una alocución oral o una publicación en revista, periódico, entre otros, ya que cada uno tiene exigencias propias del medio en el que aparecen, las características de los sujetos a quienes se dirige para sí adecuar el lenguaje. Siendo así las cosas, e independiente de la actividad discursiva, es inevitable en la preparación del discurso por parte del orador, adaptarse a su auditorio. El discurso se construye en función del público en quienes pretende ejercer influencia.

Perelman y Olbrechts – Tyteca son enfáticos en afirmar que un orador que no prepare su argumentación a partir de las características de la audiencia sino que sólo atiende sus pasiones generará en su auditorio sugestión y tendrá como resultado que su discurso sea considerado poco razonable. Al respecto dicen que. “…el hombre apasionado cuando argumenta, lo hace sin prestar la atención suficiente a su auditorio al que se dirige: llevado por el entusiasmo, imagina que el auditorio es sensible a los mismos argumentos que aquellos que lo han persuadido a él” Perelman y Olbrechts - Tyteca L (1989: 61)

Por último, sobre esta sesión, los autores resaltan que cada auditorio tiene unas características particulares que en virtud de ellas construye el orador a su auditorio y que es imposible pensar que existan formas de argumentar que son apropiados a toda clase de circunstancias y a toda clase de auditorios.
Un ejemplo que puede ilustrar lo anterior es el de los discursos políticos en épocas de elecciones. Con miras a alcanzar votos se dirigen a la muchedumbre considerada “menos favorecida” para influir a partir de ofrecer soluciones a sus problemáticas. Así se volcán agresivamente sobre las necesidades más elementales de la gente desesperada, prometiendo trabajo, exoneración de impuestos, creación de empresas que generen empleo, alternativas de vivienda, subsidios económicos, creación de escuelas, ayudas para construir sus viviendas como ladrillos, cemento, etc. Un sin número de proposiciones realizadas por los políticos de turno que generalmente cuando son elegidos pierden la memoria o se dan cuenta que son sólo parte del un juego que los hace también títeres del sistema.

[1] “(De racional); sust. m. 1. [Filosofía] Doctrina filosófica que defiende la omnipotencia e independencia de la razón sobre cualquier otra facultad humana: la filosofía de Descartes es el máximo exponente del racionalismo del siglo XVII. Antónimos Empirismo, irracionalismo. (1) [Filosofía] "Racionalismo" y "racional" son dos términos que derivan de la misma raíz etimológica: el sustantivo latino ratio, que significa "razón". En consecuencia, en su sentido más amplio, suele considerarse que un racionalista es alguien que concede un énfasis especial a las capacidades racionales del hombre y que tiene una fe especial en el valor y la importancia de la razón y de los argumentos racionales”. Tomado de http://www.enciclonet.com/documento/racionalismo/
[2] “(De científico); sust. m. 1. Teoría que afirma que la ciencia nos proporciona las auténticas verdades acerca del mundo y que la investigación científica es suficiente para satisfacer las necesidades de la inteligencia humana: el cientificismo tuvo su auge en Europa en los comienzos de la Era Moderna. 2. Teoría que afirma que los métodos científicos deben aplicarse en todos los dominios de la vida intelectual y moral: el triunfo del cientificismo en psicología ha propiciado el desarrollo vertiginoso de dicha disciplina”. Tomado de http://www.enciclonet.com/documento/cientificismo/

[3] Tomado de Redalyc: Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal en http://redalyc.uaemex.mx/principal/auxHomRevRed.jsp?cverev=109&id=1

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